Desde el descubrimiento del fuego, la historia de la humanidad ha estado ligada a este elemento de una forma muy especial. Gracias a él empezamos a cocinar los alimentos para hacerlos más digeribles, además de poder combatir el frío más intenso. Sin embargo, desde que se empezó a hacer un fuego en el suelo hasta la chimenea en el cine tal y como la conocemos hoy han tenido que pasar muchos siglos, y muchas cosas. En este artículo de HotFireDoor queremos hacer un repaso breve de cómo evolucionó la forma de aprovechar el fuego para calentarnos.
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Del origen hasta el Imperio Romano
Como ya hemos dicho, el descubrimiento del fuego supuso un gran cambio. En las cuevas y cabañas se hacía un fuego en el centro para que se calentara toda la casa, aunque en determinadas situaciones, como lugares con elementos combustibles, chozas de madera y demás, el riesgo de incendio era muy elevado.
Poco a poco se fueron desarrollando formas de tener el fuego bajo control, como los hornos de barro, donde se cocían los alimentos y se calentaba la zona. Sin embargo, nada impedía que el humo pudiera intoxicar a quien estaba dentro, ya que solo había un espacio en el que se metía la leña y por donde salía el humo al quemarse esta.
Los romanos perfeccionaron un sistema de calefacción que canalizaba el fuego y el calor a través de tubos colocados bajo el suelo y en el interior de las paredes. De este modo se conseguía aumentar la temperatura del interior y el humo se mantenía fuera. Solo se usaba en las viviendas más pudientes, aunque supuso un gran avance en cuanto a la evolución de lo que hoy es una chimenea.
La Edad Media
Tras la caída del Imperio Romano estas grandes ideas se quedan en el olvido y se vuelve a los métodos ancestrales (y peligrosos). Un fuego encendido en el suelo era la manera de entrar en calor y hacer la comida, generando residuos y volviendo a dejar el humo dentro de los espacios en los que los ocupantes lo respiraban. Podemos imaginar por qué en esa época la esperanza de vida era tan corta.
Los más listos abrían un agujero en el techo para que el humo escapara por allí, reduciendo un poco el peligro, aunque no era del todo práctico, especialmente en épocas de lluvia. Una de las cosas que caracterizaban las viviendas en la Edad Media era la cantidad de hollín que se adhería a las vigas del techo como resultado de esta práctica.
Cuando se empezaron a construir viviendas con dos plantas había un problema. No se podía tener el fuego en el medio, y hacía falta que el humo saliera hacia fuera. Por ello se empezaron a construir estructuras junto a las paredes en las que se hacía fuego y se canalizaba el humo por un tubo que salía hacia fuera. Había nacido la chimenea como la conocemos hoy.
Chimeneas modernas y eficiencia energética
El sistema ha cambiado poco desde esos tiempos, salvo que las puertas para chimeneas y sistemas cerrados permiten aprovechar mejor el combustible y conseguir un calor constante con menor pérdida de calor.
Hemos resumido mucho la historia de la chimenea. Es interesante conocer el origen de los avances que disfrutamos hoy. Aunque lo mejor es poder beneficiarnos de ellos, como encender el fuego y disfrutar de un hogar acogedor a pesar del frío que haga fuera, ¿verdad?